Paloma, toda llorosa, entró en la panadería a comprar unos
yogures antes de subir a casa. El entierro de su amiga Elvira había sido por la
mañana y no podía meterse nada el cuerpo. La vecina del quinto le preguntó que
la pasaba. Ella le contó que venía del cementerio. La vecina del quinto se
quedo impresionada y le preguntó si era la muchacha que siempre llevaba gafas
de sol. "Me parecía muy extravagante que incluso de noche las llevara".
Al día siguiente cuando llevó al perro al veterinario,
Natalia la auxiliar le preguntó si era esa amiga que siempre tenía accidentes y
se pasaba la vida con algo vendado.
Al salir la portera le dio el pésame. "Pobre.. Siempre
parecía que le faltaba la vida pero al menos la tenía".
Paloma subió a casa y lloró. Lloró por haber sido una
cobarde.
Lloró de rabia cuando pensó que el cura en la homilía había
hablado de la pena del marido, tan cristiano y ella tan ejemplar esposa.
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